martes, 7 de junio de 2011

La acampada protesta más larga de España

250 días después de que los cooperativistas de Moraleja de Enmedio comenzaran sus movilizaciones como protesta por no poder construir sus viviendas en el municipio, todavía siguen allí, convirtiendo la acampada protesta en la más duradera de España.

Hace ocho meses, alrededor de cien personas se concentraron en la localidad para exigir al Ayuntamiento de Moraleja de Enmedio y a la Comunidad de Madrid que aprobaran cuanto antes el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) del municipio, con el objetivo de poder construir 1.200 viviendas en La Moralejita, aunque no esperaban que esta acción se demorara más de nueve años.

Se manifestaron en octubre, se crucificaron en noviembre, se enterraron simbólicamente en febrero y en el mes de junio todavía siguen allí. "Los políticos, tanto el Ayuntamiento como la Comunidad, se han acostumbrado a vernos aquí. Pasan los meses y hacen como si nada. No obstante, tenemos claro que no nos vamos a dar por vencidos y vamos a continuar con la protesta hasta conseguir lo que queremos", afirma Carmelo Pradas, portavoz de los acampados.


Tras esta larga espera, la única solución que les ha llegado a los manifestantes, que acampan en los terrenos donde deberían estar construidas sus viviendas, es un posible acuerdo entre las dos administraciones, "aunque todavía no hay nada firmado", comenta Pradas, quien asegura que van a seguir luchando por estos pisos "hasta el final", indignados ante la falta de comunicación de estos dos organismos.
Más tiempo del previsto
En un primer momento, no esperaban que esta protesta durara tanto tiempo. "Pensar que estaríamos un mes acampados ya nos parecía mucho", aclara Pradas, pero la lucha y el empeño por conseguir un cambio en el PGOU de Moraleja de Enmedio les llevó a construir, especialmente durante los meses de más frío, casetas de madera o de ladrillo para protegerse de las inclemencias meteorológicas. Aunque todavía hay quien sigue durmiendo en tienda de campaña. En total: 100 tiendas y 15 casetas construidas a mano.

"No es fácil continuar en la acampada", explica Pradas. "La gente se desgasta y decide abandonar, aunque después de todo este tiempo todavía somos unas 50 personas las que seguimos en los terrenos". Por las mañanas, asegura, el campamento está más solo (muchos de los manifestantes trabajan), pero por la tarde y "especialmente el fin de semana" se llena de gente que quiere y necesita que este Plan, que afecta alrededor de 1.200 familias que han invertido una media de 50.000 euros en el proyecto, se apruebe de una vez por todas. Y es que según este portavoz, "la cooperativa está al borde de un concurso de acreedores si esto no se remedia".


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