lunes, 6 de junio de 2011

PROTESTA CON TIENDAS DE CAMPAÑA EN MORALEJA

Cuando montaron las primeras tiendas de campaña, allá por octubre, se hicieron a la idea de que su acampada protesta podía durar como mucho un mes. Y se les antojaba largo... Han pasado más de 250 días y su poblado provisional dispone ya de cocina de gas, buzón, botiquín, huerto y hasta calles.

En la plaza de los Desamparados se reúnen cada día otros indignados, los de Moraleja de Enmedio. A diferencia de los de la acampada de Sol, la reivindicación que los ha empujado a la calle es de lo más concisa: que se apruebe el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) del municipio en cuya tramitación se han quedado atascados los proyectos de sus viviendas.

Invirtieron en ellas una media de 50.000 euros con la promesa del Ayuntamiento de que el terreno en el que iban a construirse adquiriría la categoría de urbanizable de forma «inminente». Mientras el documento del que depende el cambio trastabillea desde hace 10 años por los pasillos administrativos, el solar sigue siendo un descampado.

Ahora también allí están plantadas alrededor de un centenar de tiendas de campaña de colorines desperdigadas justo enfrente de una urbanización de chalés uniformes de ladrillo. Cuando se concienciaron de que la espera sólo era apta para pacientes, algunos se fabricaron casetas de madera en las que han llegado a colgar cortinas y a instalar hasta repisas con adornos.

«Somos la acampada protesta más larga de España», asegura Carmelo Pradas, portavoz de los indignados de Moraleja de Enmedio, no precisamente orgulloso del récord. Los trabajadores de Sintel, por citar su ejemplo más cercano, sólo tuvieron que pasar 187 días durmiendo al raso hasta lograr que se materializaran sus demandas.

A la entrada de la aldea reivindicativa a 35 kilómetros de la Puerta del Sol hay un barracón comunitario que hace las veces de comedor, cocina, sala de juntas y hasta de local de fiestas en Nochebuena y Nochevieja. Las paredes están decoradas con los múltiples artículos de prensa que se ha publicado en diferentes medios durante estos ocho meses sin que la presión mediática haya servido esta vez para desatascar el problema.
Con la ayuda de familiares y de los vecinos de este pueblo de 5.000 habitantes han amueblado la estancia (que hasta dispone de porche para las noches de verano) con equipamiento de camping y sofás desportillados. Hasta una silla de ruedas que los empleados de una residencia vecina depositaron en la basura se han incorporado a su inventario doméstico.

Los acampados de Moraleja de Enmedio no trabajan en comisiones como los de Sol, pero también se organizan para repartirse las tareas. Ponen un bote para la compra, aprovechan los fines de semana para limpiar y se turnan espontáneamente para preparar la comida.

Los del bar Jabalí, en el centro del pueblo y a cinco minutos escasos a pie de la acampada inmobiliaria, se han hinchado a darles caldos y cafés cuando el mercurio estaba por los suelos y los chicos seguían durmiendo en esas casetas maltrechas. «Están en su derecho. Han pagado por unas viviendas, pues que se las den», opina Pedro, el dueño del establecimiento, quien asegura que la mayoría de los vecinos apoya a los cooperativistas.

Sin embargo, en la madrugada pos electoral, alguien entró al campamento mientras dormían y tiró al suelo tiendas de campaña, pancartas reivindicativas e incluso las cruces de madera donde se crucificaron en noviembre sin que el PGOU resucitara a los tres días.

El retraso en la aprobación del PGOU de Moraleja de Enmedio afecta a 1.200 cooperativistas de La Tenería que corren el riesgo de perder su dinero.

El Plan comenzó a redactarse en 2002 y no fue hasta el pasado mes de diciembre cuando el Ejecutivo regional decidió no darle el visto bueno porque planteaba la construcción de 10.000 nuevas casas en un pueblo de apenas 5.000 habitantes. El Ayuntamiento (del PP) trabaja ahora en una modificación puntual del ordenamiento urbanístico vigente que puede contemplar un máximo de 3.000 inmuebles, entre ellos los 1.200 de La Tenería.


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